Esta es la receta de yogur que
hago siempre en casa. Mis queridos vástagos se lo comen como si no hubiera un
mañana y a mí también me gusta para
desayunar con unos trozos de fruta.
Ingredientes:
(para 1,2 l. de yogur)
- 1 l. de leche entera UHT
- 200 ml. de yogur griego con cultivos vivos
Preparación:
Elegir un yogur con cultivos
vivos es fundamental: las bacterias son lo que hacen que la leche fermente y se
convierta en yogur. En el supermercado al leer las etiquetas te darás cuenta de
que hay un montón de postres lácteos que en realidad no son yogur de verdad, sino
simplemente leche con gelatina y proteína de leche para espesarlo. Tienes que
buscar un yogur en el que aparezca en la lista de ingredientes la palabra
yogur, lactobacilos acidófilos o bífidos.
Hay otros, pero esos son los más comunes.
En Alemania, yo uso el yogur griego „jogurti“ de la marca Apostels, que es
de los más baratos y me encanta de sabor.
Por lo demás, se sigue también el procedimiento habitual: se calienta la
leche hasta que alcance unos 41°C, se apaga el fuego, se añade el yogur y se revuelve
suavemente para que se disuelva (procurando que no salga espuma).
Después, se vierte la mezcla en los tarros y se
dejan 8 o 9 horas
destapados en la yogurtera.
Ya no me acuerdo de quién me dijo el truco del almendruco pero gracias de
nuevo a quien fuese: NO pongas las tapas de los tarros antes de meterlos en la
yogurtera porque si no se queda el yogur muy líquido. Si quieres que quede
cremoso, esta es la manera. Lo digo porque he tenido ya dos yogurteras y en las
instrucciones de las dos me dicen que los tarros tienen que estar tapados. La
diferencia en la texura es abismal.
Luego se meten los yogures en la nevera para que se enfríen y después ya se
pueden disfrutar.
Se conservan durante una semana aproximadamente.
(Si usas leche fresca, tienes que darla un hervor antes y después dejar que
la temperatura baje hasta los 40°C).
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